El silencio de los galenos

por Marcos Gutiérrez Sanjuán
(Físico).

Colegios de Farmacéuticos y su Consejo, están cediendo ante el Gobierno por miedo a la aplicación de la Normativa Omnibus.
De este modo las farmacias se convierten en los arsenales de las armas BQ para la elimnación de la vida humana en el cláustro materno.
Se trata de preparados hormonales, y dispositivos físicos que impiden la anidación del embrión, alterando la naturaleza de la mujer.
Hablamos de  auténticos pesticidas humanos. Los cuales tienen incidencia sobre la vida humana en situación de especial vulnerabilidad. El procedimiento seguido por la Administración del Estado ha sido irregular por las propias características de los preparados. El gobierno de España no considera el valor de la vida del ser humano engendrado, por lo que en ninguna hoja técnica contempla este aspecto, tampoco se contempla en las fichas técnicas el impacto ambiental de estos preparados hormonales que por detritus pasan a la cadena del agua, contaminando gravemente los acuíferos; y,  tampoco las consecuencias para las mujeres que los ingieren.
Otra de las irregularidades ha sido el cambiar el criterio para ser dispensados en farmacias sin receta, sin informes técnicos contrastables que avalasen la pretendida inocuidad para la mujer; el posicionamiento ha sido el de enrocarse en liberalizarlo como sin riesgo, y que sean los que se oponen quienes demuestren su peligro. Esto se hace temporalmente a la vez que se legisla sobre compensar a los hijos víctimas de la talidomida que se suministró a las embarazadas durante los años sesenta.
En sí, estos preparados están en contra de las teóricas limitaciones deontológicas de médicos y farmacéuticos; pero está claro que ante las presiones ideológicas y económicas la deontología se pliega.
El miedo a la aplicación de normativas que liberaran la apertura de farmacias, hace que los organismos colegiados pasen de puntillas ante las presiones políticas que sufren sus colegiados para dispensar preparados embriocidas.
En las Carreras de Ciencias hay y debería ser efectiva una asignatura llamada Deontología Científica; en mi fase de estudiante la tuvimos y en ella debatíamos el papel de científicos sobre todo matemáticos, físicos, biólogos y químicos en el desarrollo de armamento nuclear, biológico y químico. Al tratar cómo enfocaron determinados premios nobel su participación en el proyecto Manhatan que dio origen a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagashaki;  nos llamó la atención que denominaran estas mostruosidades como armas éticas, ya que acortan la guerra. Es el mismo argumento que practica el Ministerio de Sanidad, denominando ideológicamente medicamentos éticos a aquellos que inducen el aborto de un ser humano engendrado.

El silencio de los colegios de galenos hace ver que antes que científicos nos encontramos ante entidades de clase que tratan de proteger sus privilegios: han ido exitosamente hasta Estrasburgo en defensa de sus competencias administrativas, pero colegiadamente nada hacen por la Defensa de "los otros".
Mucho ánimo a los farmacéuticos que de esto sabéis: sin ciencia no hay conciencia.