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Sin militares celosos de sus obligaciones y derechos, la disciplina militar no es virtud, es sumisión de esclavo romano.

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domingo, 17 de enero de 2010

Vamos a publicar nuestras conclusiones sobre el 23F

Dado que la memoria es débil y subjetiva, para que no se repita la Historia, vamos a poner por escrito aquello que guardamos en el recuerdo.

De este modo la memoria, cotejada, se convierte en Historia.

Una anécdota que sucedió después del 23F, unos meses a penas. Mi amigo CHA estaba destinado en el Regimiento que daba apoyo al CGET. Era responsable de una sección de armamento medio de su compañía.

Recibió orden de apostarse con su sección en un lugar determinado con la consigna de abrir fuego de lanzagranadas sobre cualquier acorazado o blindado que llegase a ese punto. No le dieron más razón explícita, pero en su entender él estaba allí apostado para impedir que cualquier unidad militar no abortase un golpe de estado que se estaba iniciando. En su conciencia estaba que él formaba parte del equipo de protección a un golpe de estado.

Más tarde recibió orden de volver a la Unidad. Y, poquito a poco, fue dándose cuenta de que él tenía la orden de hacer fuego para reprimir una intentona de golpe de Estado. Es decir, era la vanguardia del contragolpe.

Un año antes del 23F nuestro querido Lardíez Cedrán, a petición de unos cuantos alumnos, nos contestó a la siguiente pregunta ¿cómo es un golpe de estado?

Llegas al cuartel y ves a unos tíos despanzurrados en mitad del patio. Al tanto se acercan a ti unos colegas con la pistola en la mano que te preguntan:

- Fulano, y tú qué, ¿te apuntas a la sublevación?

Les miras a la cara, y les preguntas a ellos: ¿esos muertos son de los que se apuntaron a la sublevación o de los que no?

Sólo cuando te aclaren la duda, puedes determinar si te sublevas o no.

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