Quién nos iba a decir que si hubiésemos ingresado en la Facultad de Medicina, en vez de en una Academia Militar, hoy estaríamos diligenciando penas de muerte a inocentes. O, bien, si además disfrutáramos con esa crueldad, también ejecutando las condenas a aborto que otros médicos gestionan. Una fuente más de riqueza.
Por fortuna, elegímos también bien, y puestos a quitar vidas, arriesgando la propia y en una contienda, a ser posible con causa justa, si es que las hay.
Nos cuesta trabajo, y tanto que no nos alcanza a entender cómo los colectivos médicos, y sociedades científicas guardan prolongado silencio. Es comprensible que los colegios de abogados y Academias de Jurisprudencia guarden silencio, pues lo cierto es que este desaguisado legal lo han ocasionado ellos.
Nada más cruel desde el Código de Amurabi que una Ley de Aborto.
Por fortuna también nuestros colegas médicos militares gozan de la cláusula de conciencia reconocida por las Reales Ordenanzas de Juan Carlos I (1976, y actualizadas en 2009). El médico militar podrá alegar objeción de conciencia y no realizará abortos en ningún centro sanitario perteneciente a las FA,s; y si lo hace, será porque le gusta.
Nosotros, militares, entendemos mal que a un inocente por arte jurídico de ponderaciones se le prive del derecho a la vida. Y nos cuesta más trabajo entender cómo los colegios de médicos guardan silencio, ante una Ley que hace de la clase sanitaria ejecutores de la misma: es decir se formarán para realizar abortos, y los realizarán como servicio.
El presidente de una ONG provida recientemente afirmó que "la Ley del Aborto se abolirá con votos o con un golpe de Estado, y él preferiría que fuese con votos". Hay otros caminos, y son los de la alegación científica emanada por los documentos colegiados de Sociedades Científicas, entre las que deberían encontrarse los colegios de médicos, de enfermeros y de farmacéuticos, por ser partes afectadas en la nefanda Ley.
Nosotros los militares no debemos pronunciarnos sobre lo que haga el Rey, si hará uso de su derecho constitucional a alegar objeción de conciencia, o hacer como los batasunos firmar por imperativo legal. Sería un punto que el primer soldado de España, alegase cláusula de conciencia, y se enfrentase a lo que dictaminase la Ley. Esto sí que sería la prueba de madurez democrática del asentamiento de la Monarquía en España.
Pero para que el Rey deje de firmar la ignominiosa Ley, precisa una buena percha. Y esa ocasión es la oportuna alegación científica de la parte técnica implicada. Sólo los médicos y sus organizaciones colegiadas mediante comunicados de sus juntas rectoras tras escuchar a los colegiados, y representando sus intereses podrán detener que el Rey firma la denostada norma.
Los colegios médicos y las asociaciones científicas serán lo que deseen sus colegiados.
Por eso nuestro colectivo de Militares para la Democracia apoyará a cualquier médico, enfermero, auxiliar que sea objeto de discriminación desde las Administraciones de Sanidad del Estado.
Esperamos de los Colegios y Consejos de Médicos, de Enfermeros y Farmacéuticos que se manifiesten por escrito en relación a la cruel Ley de Aborto que es deseable abolir, caso que se sientan afectados.
Por nuestra parte les animamos a ello.
En nombre del Colectivo MpD
Cte. Juan Molina
Investigador Operativo
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