La función pública del Estado es una garantía de servicio al Estado y al ciudadano, con independencia de quién ocupe el poder político. Estos principios de independencia del funcionariado se adpotan para evitar el nepotismo que caracterizó a esta función, especialmente en el siglo XIX, y XX hasta el fin del franquismo.
La Constitución Española garantiza un Servicio de Función Pública de las Administraciones basado en la inamovilidad del funcionariado, como mejor defensa del mismo para hacer valer el cumplimiento normativo de su puesto ante las tentaciones de manipulación por parte de cualquier interés bastardo, y como garantía de independencia para poder servir igualmente al ciudadano.
Durante la estapa de la UCD y primera del Felipismo, se respetó y desarrolló el Sistema de la Función Pública, especialmente con el ministro socialista Moscoso. Durante la decadencia felipista se soslayó la propia legislación para incrementar el personal de contratación de modo desproporcionado, dando funciones de responsabilidad al mismo por encima de funcionarios con mayor titulación para acceder a esos puestos. Así las Administraciones públicas se llenaron de enchufados, parientes, amantes y militantes de "inalterable lealtad a su partido o sindicato" engordando las cifras y partidas presupuestarias.
De este modo partidos politicos y sindicatos han sobredimensionado el Estado, anulando al ciudadano, en la Administración Central, Autonómica, Local, de Justicia y Militar.
De este modo todas las Administraciones del Estado están sobre dimensionadas: la Militar cerrando cuarteles, inflaron de contratados estructuras paralelas como Institutos de vivienda, etc.. en sitios donde no hay militares, ni precisan de esos servicios, pero donde viven los enchufados de ese Ministerio, con iguales orígenes familia, sindicato o movimiento político. ISFAS, INVIFAS...
El caso del Ministerio de Defensa es un paradigma de cómo pervive una pequeña fuerza de maniobra, sobre saturada, y un cuerpo administrarivo sobredimensionado, con contratos de favor, que por renovaciones se hicieron perpetuos, sin haber pasado oposición de oferta pública, al igual que en el resto de Administraciones.
Estimamos que el personal Laboral debe ser racionalizado e independizado en la contratación de los vicios decimonónicos del nepotismo político, y el fascismo de contratación por sumisión ideológica, que se define modernamente como ciberfascismo: contratar a adeptos que actúen por dominación a una secta de poder.
COLECTIVO MILITARES PARA LA DEMOCRACIA.
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