Colegios de farmacéuticos, de médicos, y sus Consejos respectivos, ceden ante el poder político en materias deontológicas. Y yo no lo entiendo. Ambos estudiaron embriología en sus respectivas carreras.
Las farmacias se convierten en los arsenales de las armas nBQ, sin que nadie ponga el cascabel al gato; pero ponen el grito en el cielo por el recorte que el gobierno les impondrá en sus beneficios. En esta queja estoy con los farmacéuticos, sobre todo con los rurales, echan más horas que un reloj, y nadie les reconoce, ni paga el servicio que prestan con la atención farmacéutica 24 sobre cada 24 horas.
En su día sólo una minoría de boticarios plantó cara a la dispensa de embriocidas que imponían los gobiernos tanto del PP, como los socialistas. Y esto les restó seriedad a su imagen de garantes de salud pública ante el poder público, que los trata como a buhoneros con licencia, e injustamente pasa de ellos. Gracias a esa minoría que dijo ¡ya basta! ahora tanto médicos, como farmacéuticos o cualquier profesional tiene garantizado el poder decir: por aquí no paso.
La gran mayoría de médicos de atención primaria se niegan a participar, en las fases administrativas de la política del aborto. Hay una minoría que asume el aborto como un tema sanitario, que les incumbe por obediencia debida, y cobran por ello.
Hasta ahora todos miraban para otro lado, el trabajo feo y sucio les correspondía a trabajadores sociales, y directores de centro. Pero cuando entre en vigor la nueva ley de aborto la cosa cambia: negarse a firmar las derivaciones a abortorios implica obstaculizar un derecho.
El silencio de los galenos, carece de sentido. Lo tienen fácil, pongan en conocimiento de la Justicia eso que en privado reconocen: el aborto es un crimen legalizado, y ellos no son ejecutores de ninguna Ley.
Publicada en Diario Jaén
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